Nadie discute que se trata de una manera enfática de expresar el júbilo.
Sin embargo, este tipo de celebración es potencialmente fatal y muy a menudo redunda en la muerte de transeúntes u observadores. "Estas balas suben a gran altura cuando se las dispara," dice el experto en balística David Dyson.
"Pero lo que uno ignora es dónde van a ir a parar. Siempre hay una posibilidad de que causen grave perjuicio o muerte." Los ejemplos de muertes tras estas celebraciones son legión.
Cuando la selección de fútbol iraquí derrotó al cuadro de Vietnam, en la Copa de Asia de 2007, tres personas perdieron la vida, en Bagdad, en medio de la alegría que fue celebrada a tiros por los hinchas. Las balas en celebración del fin de la guerra del Golfo, disparadas en Kuwait, en 1991, tuvieron la culpa de 20 muertes. La práctica no se restringe a Asia y Medio Oriente. Un estudio llevado a cabo en Estados Unidos halló que 118 personas fueron tratadas, por heridas de "balas que caían" al azar, en uno de los centros médicos de Los Ángeles, entre 1985 y 1992, lo que produjo la muerte de 38 de ellas. Además, el gobierno de la exrepública yugoslava de Macedonia llevó a cabo una campaña con la consigna "las balas no son tarjetas de saludo: celebre sin armas". En 2005, las autoridades serbias les advirtieron a los ciudadanos, antes de la víspera de Año Nuevo, que "cada bala disparada hacia arriba tiene que bajar". Velocidad fatal Los estudios indican que, aunque la velocidad de una bala que cae es más baja que la de una que acaba de ser disparada, es todavía suficientemente rápida como para ser fatal. Según un estudio datado en 1962, una ráfaga de calibre 30 puede alcanzar velocidades terminales de 91 metros por segundo la caída de cada bala. Estudios más recientes indican que una velocidad de 61 metros por segundo es suficiente como para penetrar un cráneo. Como resultado de esto, varios estados de Estados Unidos, incluyendo California, Texas, Arizona y Ohio proscribieron la práctica de disparar al cielo.
En Minesota está específicamente prohibido hacerlo en los cementerios. El profesor Peter Squires, experto en delitos armados y la cultura de armas, de la Universidad de Brighton, Reino Unido, dice que es posible que la práctica proceda de suposiciones culturales que vinculan las armas con la masculinidad y el ego. Pero, por otra parte, afirma que se podría haber adoptado la práctica común de disparar 21 tiros de salva como saludo en los funerales militares, dice. "Disparar un arma es una forma efectiva de hacer mucho ruido. Está vinculado con un estado de dejarse ir típico de los carnavales. "Pero, obviamente, lo que sube, tiene que bajar otra vez."
FUENTE: BBC Mundo
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