Parece que no hay mucho que hacer en el desierto, donde si algo abunda es el tiempo, el calor y las piedras. Quizá sólo así se podría explicar la insólita afición de los jóvenes de la región de Arabia Saudí de Abha, cuyo pasatiempo es bastante peculiar: a ellos les gusta construir estructuras de piedra sobre las que exponer sus vehículos.
Algunas personas aman a sus coches y los mantienen niquelados en sus garajes como auténticos trofeos; a otros les gusta llevarlos a dar un paseo por el campo; pero para los entusiastas de los coches que se reúnen en las afueras de Abha, no hay nada mejor que construir con sus manos plataformas de piedra que sirvan como pedestal en la que mostrar sus máquinas, como si de un concesionario de los Picapiedra se tratara.
Estos jóvenes se pasan horas recogiendo las rocas y las organizan con esmero para formar la estructura de presentación perfecta, para luego también pintarla. Colocan piedras debajo del vehículo levantándolo con el gato; aunque también meten pedrolos alrededor o, incluso, en lugar de las ruedas.
Los más avezados llegan a llenar de chinos los frontales y radiadores; y los hay que incluso no dejan espacio en el motor sin llenar de cantos. El caso es empedrar el coche lo más posible.
Se tarda varias horas en hacerlo y la condición es dejar el coche sobre la plataforma durante dos o tres días, para que se vea. Si ocurre alguna urgencia, mejor utilizar el auto sin empedrar de una amigo, pues se tarda otro tanto en quitar las piedras y bajarlo del improvisado murete.
Abha, que está en el suroeste de Arabia Saudita, tiene un clima templado y características que resultan hasta fresquitas (entre 15 y 20 grados centígrados) comparadas con el resto del país, lo que convierte a esa región en un refugio popular para los turistas.
Más de 2 millones de personas van a pasar allí sus fines de semana y vacaciones; y ese número está creciendo gracias al tremendo interés que ha suscitado la muestra permanente de coches empedrados que se puede ver por toda la región.
El fenómeno se ha vuelto tan popular que muchos curiosos hacen viajes ex profeso para ver los coches únicos de Abha o para crear los suyos propios sin que les tachen de desquiciados. Y la afición es tan grande que ya ha saltado a otras zonas del país, como a las provincias de Jeddah y La Meca.
Sin embargo, como todas las cosas, los hobbies también pueden terminar por salirse de madre. Ahora parece que los jóvenes saudíes han encontrado otro pasatiempo aún más curioso: llenar de piedras a todo aquel que se quede traspuesto o dormido, para que se levante con la sensación de haber sido lapidado. Pero lapidado con orden y sin tirar fuerte.
Están locos estos saudíes.
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